martes, julio 31, 2012

UNIR CONSTELACIONES - Capítulo IV


La visita

¡Che! ¿cuánta plata hay que reunir?, -la pregunta de rigor-. ¿Y si lo traemos en Ferry?, jaja!, Bueno, -dice Pedro-, yo me encargo del pasaje, ustedes se encargan de juntar para la estadía, ok? ¡No!, no es justo, -responde Tito-, lo pagamos entre todos, ¿está bien?, y nos ponemos a trabajar, ¡tenemos un mes!

Y así fue. En primer lugar, todos  se confeccionaron el Karategui, cual traje de recepción; Segundo, saber donde sería la práctica, y tercero organizar su estadía. Y comenzó el delirio: Meneguin había pintado al óleo un cuadro gigante de Sensei Itaya, como de 2 metros de alto por 1.50 de ancho más o menos, copiado de la foto tradicional del libro de técnicas del instituto Samurai provisto por Humeres, como artista que era, y por primera vez vi el Dojo Kun pintado, escrito, y el tigre del Shotokan con fondo rojo y sus negras líneas, todo un acontecimiento, fuimos a ver las pinturas a su casa ( particularmente yo que venía de una religión sintoísta, me pareció muy pomposo, pero así quedó ya que era lo único como retrato que teníamos de aquel su Maestro).

El Tigre como emblema nos impresionó, era de una atracción increíble, su pose, la expresión en su silueta solo por sus rayas, motivando el Ying y el Yang entre sus líneas y espacios vacíos, todos nos imaginábamos tenerlo alguna vez bordado en el karategui. Hoy en día se los tatúan en su propia piel cual yakuza vernáculo.

Finalmente se optó por pedir el salón central del colegio de Artes Visuales por su nombre y la comodidad de encontrarse en pleno centro de la ciudad para el sábado de tarde, y el Centro Español para el Domingo media mañana. Realizamos varios asados para la recaudación de los fondos,  reservamos su habitación de hotel, -no había buenos en aquella época-, recién se estaba construyendo el “Salto Grande”, y así fue que, -si la memoria no me falla-, el Hotel Colón fue el elegido, al lado del Departamento de Policía.

Ya todo estaba listo, la cantidad de practicantes había aumentado, éramos aproximadamente 20 alumnos, todos intrigados,  ni hablar nuestro reducido grupo organizador, nerviosos es poco decir, como a toda gran personalidad, queríamos darle lo mejor,  hasta discutir con que coche ir a buscarlo el sábado por la mañana al aeródromo “Pierrastegui”, por aquella época los vuelos del Avro, un turbohélice, no eran frecuentes, y el día tan esperado había llegado.

En las viejas épocas el informe de aterrizaje no era preciso,  siempre se demoraba, vaya uno a saber por qué, y cuando preguntábamos, las explicaciones desconcertaban aun más, así que ese día Sanabria y Humeres lo van a buscar, el aeródromo quedaba  lejos por lo menos 30 minutos de viaje, al llegar empezaron a preguntar si el vuelo había llegado y les contestan: ¡Hace rato Chamigo¡, -¡No!!!, -expresaron-, ¡entonces no vino!!!, ¡perdió el vuelo!, -o lo peor-  ¿Dónde se metió este Japonés?, -vociferaba Sanabria hasta que se dan vuelta y… el Maestro Inoue estaba tras de ellos, sentado en un tronco, con el bolso entre sus piernas esperando. Ambos, sin saber tanto el protocolo, se le acercan y lo saludan pidiendo las respectivas disculpas. Solo dijo: ¡¡¡Tarde!!!, como verán empezamos mal!!! Vestía un traje gris claro de solapas anchas, pantalón Oxford, botas y una polera clara, a la moda en aquellas época de los 70, el pelo bien corto, y su pronunciado mentón, a todos llamaba la atención su altura, pues para ser japonés era alto, 1.80 mts y 23 años de edad aproximadamente. Cuentan que solo mira a Pedro, poniendo sus cejas en “V” y fue suficiente, apretón de manos y se encaminan al auto de Sanabria, sin mediar palabra, 30 minutos de silencio, sin saber que pronunciar, el Maestro no manejaba el castellano.

Así fue que la presencia de El en la ciudad fuera novedosa para los que practicaban  algún arte marcial o tenían interés por el, todos estaban a la expectativa de ver a un verdadero practicante de karate en acción, y sobre todo venido del mismísimo Japón.

Lo alojan a Sensei en el hotel, y a seguir los preparativos con el grupo de practicantes para que nada fallara o faltase, repasábamos quien abriría el local, su limpieza, la disposición de los asientos, ya que mucha gente vendría a conocerlo, -entre ellos mi abuelo y traductor-, donde se cambiaria, donde seria el almuerzo, la cena, etc. Todos los detalles del caso, Pedro lo llevaría a almorzar y después lo dejaría en el hotel para que descanse, pero lamentablemente no fue así, el no estaba acostumbrado a dormir siesta como Sanabria y los demás del pueblo hasta las  cuatro de la tarde ¡Buenos Aires tiene otro ritmo! ¿No duermen siesta en Japón? vociferó Tito, y pregunta ¿Pedro, donde lo llevo?, ¡No se!, -dice Pedro-, pásalo a buscar y entreténlo…

Tito me pasa a buscar  y vamos al hotel, allí estaba con su traje gris. Se sienta en el lado del acompañante y partimos, en silencio. Después de dar la tradicional vuelta de la plaza principal, encaramos directo al San Carlos, a ver el Castillo, esperando que le gustara, pero entrando en la ruta, Sensei al parecer no se aguanta el silencio, toma un cassette de la guantera, venia de un país más adelantado tecnológicamente, así que cassette en mano, lo estrella contra el dial de la radio, (al parecer en Japón el dial es retráctil y deja paso al cassette) ¡¡¡NOOO!!! -grita Sanabria- ¡¡¡y a la Mierda el dial, jajajaaaa!!!, el Norman (nombre de modelo del pasa-cassette), lo tenia del otro lado del volante.

Es así que le saca el cassette de su mano y lo inserta en el Norman para que escuche “Los Cuatro Soles”, la música del gusto de Tito, y que yo detestaba, jajá ¡¡no podía parar de reírme!! Sensei que no sabia como pedir disculpas ¡¿no anda esute?! -pregunta Sensei-, y yo reía. La cara de Tito ¡¡¡de no creer!!!.

Bajamos en el castillo, había algunos tomando mate, y lo ven a El de traje a pleno sol, se dan todos vuelta a mirarlo, a mis 14 años no era orgullo lo que sentía, quería esconderme detrás del guarda barro del auto para pasar desapercibido, pero nada, seguíamos junto a EL sacando pecho, ¿Viejo esute?, Si, -respondo-, Muy viejo, mirando el castillo, y Sanabria me dice: ¡¡me hizo mierda la radio!!, jajaja me rio, Sensei me mira sin saber de que hablábamos y trato de morderme la lengua y aguantar... lo paseamos por el castillo, volvemos al auto después del recorrido y lo llevamos a la orilla del rió a ver los Saltos Chicos, caminaba por la arena y el  pedregullo, lo noté molesto, parece que cuidaba sus botas, ya había pasado una hora y todavía faltaban tres, donde mierda mas lo podíamos llevar?,  así es que empezamos a tirar piedras al río y ver quien hacia más cantidad de sapitos…jaja!, de pronto estábamos los tres haciendo lo mismo y eligiendo piedras chatas para mejorar los tiros jaja! En ocasiones es al día de hoy que recordamos con Sensei aquella tarde y nos reímos aún pasados los años.


Obviamente que el recorrido siguió por el Balneario viejo, donde naufragara mi carpeta de geografía, y el viejo puerto y la cancha del Libertad.

Volvimos al centro y la única confitería abierta se llamaba “Para Mi”, ó en su esquina de calle Buenos Aires “Lion D´or” donde ofrecían pizzas y cervezas, así que tomamos un café mientras lo seguíamos observando detenidamente, hasta llevarlo al hotel. Le dijimos que lo pasaba a buscar Humeres y nos fuimos, Sanabria seguía refunfuñando y probando que su radio funcionara, jajaja!.

Todos ya estábamos cambiados de karategui esperando su llegada, al entrar cual artista marcial, por los comentarios que habíamos hecho desde hacía un mes atrás,  todos caminaban detrás de El. -Pedro nos dice- ¡Vayan para el salón¡, y lo acompaña a cambiarse, la gente expectante trata de espiar, El con su Karategui impecable blanco entra , y todos admirados de verlo esperando alguna orden, nos ponemos en fila todos los practicantes, nadie había faltado, y Humeres lidera el Zeiza: por primera vez en el pueblo con un Maestro de verdad en el frente. Sensei Inoue toma su posición, nos hecha una mirada de soslayo antes de darnos la espalda y tomar su lugar, Pedro ordena a viva voz ¡¡¡Seiza!!!, el Maestro baja su figura y nosotros a la misma vez lo hacemos tras El, ¡¡¡Mokuso!!! -suena la segunda orden-, y cerramos nuestros ojos y calmamos nuestra respiración, la emoción me traiciona, y no puedo dejar de pensar lo que se ha logrado, nuestra primera acción de meditación, pienso el gran paso que estábamos dando, no solo en Concordia sino en la región, ¡¡¡ Mokuso Iame!!! me sorprende y abrimos los ojos y saludamos al Sensei, y comenzamos. Sanabria conduce la gimnasia de entrada en calor, mirando con expectativa si había alguna corrección de parte del Maestro, nada ocurría y termina su rutina. Humeres nos forma en fila para comenzar la práactica y de allí en más fue todo Kihon¡, por primera vez oímos su voz y su orden de ejecución de movimiento que tanto tiempo nos imagináramos, una gran alegría nos recorrió el cuerpo, ya que conocíamos todas las técnicas que pedía en idioma japonés, pues de esa forma nos obligamos nosotros practicarlas, seguramente con algún defecto, pero en general todos lo hacíamos en correcta unidad.

La práctica del Kihon duró aproximadamente una hora, pero cuando llegamos a las técnicas de keri waza (golpes con las piernas), empezamos a flaquear, en un momento Sensei empieza su despliegue, y nos muestra un yoko gueri kekomi!, wauhh¡¡¡ soberbio, recto, la lona de su pantalón suena como un shock y su talón queda suspendido en el aire a la altura de la cara de Humeres, nos mirábamos entre nosotros y la admiración ya estaba de manifiesto, ilusos que creíamos que el mejor yoko gueri lo hacía Sanabria en las prácticas, el despliegue de sus bases expandidas nos dejó sin aliento, su impacto en el giaku zuki y el kime!!! parecían rasgar su chaqueta,  estábamos ante un Maestro de verdad, hablábamos en voz baja y quedamos admirados por su condición de karateka.

Las 2 horas se nos fueron increíblemente rápido, pero altamente transpirados! Terminó, la gente presente aplaudió su clase y se sorprendieron cuando al terminar repetimos fuerte el Dojo Kun que leíamos del cuadro pintado y colgado frente a nosotros. La clase pasó a ser una exhibición, lo saludamos uno por uno, y nos retiramos. Notamos que le pide a Pedro que se quede porque le mostraría los detalles a corregirnos, aun no estábamos habituados a la verticalidad de la transmisión, intentamos quedarnos también, ávidos de absorber conocimiento, pero fue terminante, nos teníamos que ir, nuestro instructor debía corregir algunos detalles en la transmisión, los mayores lo llevarían a cenar, mi edad y mi bolsillo no permitían semejante gasto, así que solo me conformé con la espera de la práctica del Domingo a la mañana en el “Centro Español”, salón que si conocía por los bailes escolares de tarde llamados “vermouth”.

Enseguida anoté algunas cosas y palabras que Sensei Inoue pronunciaba, que no estaban en las figuras de libros editados generalmente en inglés, como Kakai ashi, Shigi Te, Todome.
   
El Domingo, allí estábamos nuevamente, luego del protocolo inicial y la entrada en calor, y repasamos detalles del día sábado, y comenzó la instrucción de Kata, alrrededor de cuarenta veces repetimos el Heian-Shodan, recién cuando se dió por satisfecho que lo habíamos entendido bien, nos explica el Heian-Nidan.

La clase siguió siendo intensa, pero lamentablemente terminó el tiempo de práctica, dejándonos en un halo de tristeza, y solo pensar en repetirlo era la solución para salir de ese estado, y así fue, una y otra vez, hasta formar la Asociación Entrerriana de Karate Shotokan.

Tomó su avión esa misma tarde-noche, dejándonos la huella a seguir para el resto de nuestras vidas…






Continuará…

martes, julio 24, 2012

UNIR CONSTELACIONES - Capítulo III


La usina fue el lugar donde mas tiempo pudimos estar, a pesar de la gran incomodidad del piso, sin ventanas, sin duchas pero con un gran amor a la práctica, donde amigos y conocidos se acercaban a ver que era el Karate o mejor dicho como lo practicábamos.

Cada tanto, alguien se paraba en la puerta y preguntaba si se podía integrar, así fue que dejamos de ser cinco personas, pero la rotación era constante, allí nos siguieron los hermanos Pérez (Jorge Pérez es hoy otro instructor histórico de aquella lucha en Paraná, Entre Ríos), Daniel Flores, Mazoletti  “lobito” para los amigos,  Meneguin (que fuera años después Director de la secundaria Artes Visuales. Los que mas recuerdo de aquella primera etapa, .- pero como en las películas, empezaron las rivalidades por algún motivo, escuelas escondidas de supuestas artes marciales empezaron a pulular por ósmosis, influenciada por la serie televisiva Kung-Fu, y a cuestionarnos, ¡¡a nosotros¡¡ que éramos el legado de Samurai en Concordia, si, así y todo habían practicantes de otras pseudo artes marciales, que nos veían en esa usina abandonada, y el comentario, que éramos unos chantas y que nuestro profesor no podía enseñarnos porque era un cinturón verde, en cambio ellos tenían 7mos y 9nos Danes.

Recuerdo que uno de esos instructores decía que era 3er Dan de Aikido (para que tengan una idea el Sensei Kurata era 3er Dan en aquella época), 4to Dan de Karate (Sensei Inoue era 2do Dan) y 2do Dan de Judo (Oscar Stractico Campeón Argentino), sumaba todos los Danes y entonces ostentaba el 9no Dan, ¡¡me quería matar¡¡ escuchar eso¡¡, y lo que enseñaba, por Dios, un compañero de colegio practicaba con ellos y utilizaban ropa negra, yo le decía “ven con nosotros, ese es un chanta”, típica competencia adolescente, y empezábamos con las comparaciones técnicas en los recreos del colegio. Un día, este estilo de arte marcial, hace una exhibición en el Círculo Italiano, Sanabria, “Lobito” Mazoletti y Ruiz Díaz van a ver lo que hacían; en un momento después de demostrar técnicas combinadas (un desastre), pasan a realizar roturas, y al tocar la viga de madera en una prueba de acercamiento, antes del impacto en el brazo de un practicante, esta hace un crujido, ¡¡¡está preparada¡¡, gritan Mazoletti y Sanabria, la gente se empieza a poner nerviosa porque obvio eran parientes y amigos de los exhibidores, me cuentan que se acercan a las otras maderas después de la demostración y las ven preparadas con una espiga para que sea mas fácil la rotura, obvio esto ofuscó a los de la exhibición, y terminó con insultos, la rivalidad había comenzado.

Al otro día fue el gran comentario en la práctica y Humeres nos reta: “¡¡para que hacen eso? es peor¡¡”, y al no saber que contestar, Sanabria responde: “nosotros tratamos de hacer un Karate serio y divulgarlo y esta gente enseña esa truchada engañando a la gente y a sus practicantes por el desconocimiento que hay de las artes marciales, les muestra un camino fácil engañando de que eso es Arte Marcial, y no es así¡¡”, yo solo escuchaba presenciando la discusión, y pasamos a practicar una vez terminados los distintos conceptos sobre el caso. Yo estaba en un todo de acuerdo con Tito, al otro día en el colegio, mi compañero que practicaba ese estilo, me increpa de lo maleducado que fueron mis amigos de práctica, diciendo que estuvo re mal lo que hicieron, a lo cual respondí:  “Mirá Coronel, lo malo es engañar de esa forma al público con maderas preparadas”, y se calló, no me habló mas de karate. En el transcurso del año dejó su práctica, pero tampoco quiso empezar con nosotros.

Unos días después aparece una persona en la puerta y pide hablar con el instructor. Sanabria se da cuenta (era uno de los discípulos integrantes de aquella exhibición), y no deja que Humeres se involucre. -¿Quiere hablar con el instructor?-, Sanabria le dice: “Yo soy el instructor¡¡”, y empiezan una discusión que termina con un desafío y duelo de Kumite en la playa Los Sauces, al siguiente día. No pude asistir, pero esta fue la narración de los presentes: Sanabria va acompañado con Mazoletti y Ruiz Diaz, y se encuentran con el contrincante,  el que se parara en la puerta de nuestra Usina y su maestro. Luego de un intercambio de ofensas, Mazoletti se cansa y los invita definitivamente a pelear, y le da tal paliza al contrincante que pide por favor arriba del capot del 4L de Sanabria, que no le pegue por favor, mientras Tito trataba de que no le abollen el capot! Jajaja, allí dicen que fue el fin de la discusión y de aquella escuela. Lobito hacia cuatro meses que practicaba con nosotros y su contrincante era cinturón Negro…

Corrió como reguero de pólvora, chusmerio de pueblo chico, pero increíblemente  aumenta la inscripción de practicantes en nuestro grupo.
Humeres y Sanabria toman una decisión que cambiará y afirmará el camino de la escuela Shotokan en la ciudad y en nuestras vidas en forma definitiva y sin más cuestionamientos.
 
“La gran decisión”: Traer al maestro de Pedro a Nuestra ciudad. Pedro nos indica que el quería conocernos, y comenzamos todos los preparativos para la gran visita y  prueba de nuestro verdadero nivel de práctica.

Continuará…

lunes, julio 23, 2012

UNIR CONSTELACIONES - Capítulo II

La verdad mucho después supe de la magnitud de aquella pérdida. Primero porque tenía 14 años y para un adolescente la muerte siempre se ve de lejos. Segundo porque a seiscientos kilómetros de distancia y ferry para cruzar el río de Zárate Brazo Largo, alejaban más, no saber quien era, y en nuestro egoísmo solo desilusión, ya que nuevamente nos  quedamos sin nuestra conexión con el Karate. Y Tercero porque aun no cultivábamos el amor a un Sensei porque no sabíamos que era tenerlo, ni lo habíamos encontrado aún.

Así fue que en ese impas solo entrenábamos las técnicas hasta allí transmitidas por Pedro. Que también tuvo lo suyo, en ese paréntesis de karate, Sanabria y Ruiz Díaz me introducen en el atletismo, para obtener resistencia y musculatura, El ya lo practicaba, y su apodo era Musculito ¡jajá!, era motivo que lo ponía furioso cuando algunos conocidos le gritaban por la calle, como cargada hasta el punto de agarrarse a las trompadas, puesto que por aquellas épocas pocos practicaban el Fisicoculturismo y cuando el se daba cuenta que se lo decían en forma de sorna, montaba en cólera y sus sobradores de turno la pasaban muy mal.

Fue así que un día de noche me pasan a buscar a correr, ¡¡CORRER¡¡, correr a quien? pregunté. ¡a correr¡, me responde, para entrenar resistencia, me dice, la verdad esa iba a ser la primera vez que correría por correr, el famoso “footing”, pregunté “¿a dónde vamos?, por aquí nomás?” ¡A San Carlos¡, responde, ¿escuché bien? me pregunté, ¿A dónde? volví a cuestionar, “¿donde está el castillo?” dije con cara de ni en pedo y en retranca; Sanabria larga una carcajada, ¡¡Sí, hasta allá¡¡ afirma, yo solo iba allí en el Torino de mis tíos, con Raúl mi Primo, para practicar el dominio del derrape en las curvas en el circuito de ripio de aproximadamente 6 kilómetros, demás está decir que para la mentalidad de la gente eso era un lugar lejos, imagínense que se iba al almacén o a la panadería  en auto, viejas costumbres de ciudad chica.

Y allí fui, ya estaba exhausto de solo pensar, los tres corriendo a la par, pensé que llegábamos a la puerta del Parque Rivadavia y volvíamos, así que empecé a aminorar la marcha, pero no fue así, ellos se introdujeron dentro del circuito y los perdí¡¡¡ obvio ellos estaban entrenados, y yo? verdadera piltrafa humana andante, casi  bailoteando en zigzag, queriendo agua para beber, los seguí ya sin verlos y los coches de frente encandilándome,  ya era noche, las 21hs más o menos, y recordé que San Carlos a esa hora además se tornaba en “Villa Cariño” , las pareja allí trataban de concretar sus apetitos sexuales. Jajá, por aquella razón ponían la luz alta para que no pudiese distinguir quienes eran sus ocupantes para después chusmear en el café de moda del pueblo.

Por primera vez recorrí a pie el circuito de aquel parque encantado, miré el cielo estrellado, ya no me importó estar solo, me concentré en rearmar mi decaído espíritu y seguir, de hecho cada tanto caminaba para tomar aliento y retomar luego mi trote, en un momento sin pensarlo aparece ante mi el famoso “Hostal del Río”, la confitería bailable más famosa de la región, por su vista a Salto Chico, sus enormes ventanales  como cuadros, el hogar en el centro de la pista de baile, su techo de paja y chimenea humeante,  no me podía imaginar bailando allí con alguna chica aún, pero mis hormonas estaban dispuestas llegado el caso, faltaría un par de años más para vivirlo intensamente.

Pasando el Hostal la bajada estaba ante mi,  y dejé mi cuerpo en libertad para aprovechar aquella depresión y no esforzar mi cansado trote, de pronto la oscuridad me invadió, y no se por qué pensé en la “oscuridad misma”, me vinieron imágenes de películas de terror, espíritus malignos y otras yerbas, pronto, pensé en Barnabas Collins, el Drácula de la época, Pensilvania y toda esa mierda, al ver el tenebroso Castillo a mi izquierda en lo alto y en la oscuridad, reflejada por la luz de la luna a mi derecha desde el río, mis piernas reaccionaron no me pregunten por qué, pero la fuerza e impulso para llegar a la salida fue sobrehumana, tan sobrehumana como los monstruos que atormentaron mi cabeza en aquel momento, empecé a putearlos a los dos por haberme llevado hasta allí, me juré no volver a correr más por las noches en “San Carlos”, la luna reflejaba su luz a mi derecha y el corazón sonaba más que el bombo del Tula. Entro a un arenal y se me llenan las zapatillas y la P..M  y  Sanabria y Vito Q…T… Parió…y seguí corriendo sin importarme nada, traté de dejar la mente en blanco, mejor, pensar en lo cansado que estaba, era más benigno que ¡¡¡toda la mierda de zombis en mi cabeza¡¡¡. En ese momento, miré sobre mi hombre y la silueta del terrorífico castillo en la loma ya se perdía en la lejanía en mi repentina y vertiginosa carrera… por suerte, pero no se por qué seguía sintiendo las ánimas detrás mío, hasta que se disiparon al llegar a la entrada del parque y encontrar a los dos esperándome sentados en un muro.

¿Y, qué te pasó?  Dice Tito. ¡Nada!, respondí, ¿Por qué tardaste tanto? (con su sonrisita socarrona), le respondo con la misma pregunta. ¿Por qué tardaste tanto?, poniendo tono bobalicón, mientras oía sus risitas y me sacaba la arena de las zapatillas. ¿Y, estás bien? (ahora tono de preocupación). ¡Si¡, les respondo, ¿por qué no se van a la mierda?, y al rato ellos retoman el trote nuevamente descansado y hacia la ciudad por la carretera, les grito  “¡Noooo¡ paren!”, pero ellos se alejaban, no me escuchan, pero Dios debía estar de mi parte me dije, al ver pasar el 2 (colectivo). Y le hago seña para que pare y este para en mi suerte, meto la mano en el bolsillo mientras llego a la parada, tenía plata, más suerte dije, era para la coca cola, me subo y me siento con todo el placer del alma, y los veo a Tito y Vito corriendo al costado de la carretera, saco mi cabeza por la ventana y les grito ¡Chau, nos vemos!, y ya no escucho las barbaridades que me gritan, jajá, solo distingo sus ojos encendidos de furia, jajajá, me seguía riendo solo, pensando en lo que me dirían el día que nos volviéramos a encontrar en la práctica, jajá, mi imaginación era prolífica, jajá, una noche muy especial para comenzar mi entrenamiento de Karateka…

La alentadora noticia parecía llegar, al parecer el segundo instructor de Samurai, del Dojo de Sensei Itaya, se estaba haciendo cargo paulatinamente de las clases, así fue lo manifestado por Pedro al volver de otro de sus viajes, y retoma los contactos con  Buenos Aires y la transmisión parecía afirmarse y continuar, … gran suerte para nosotros.

Nuestro grupo comienza a tener un crecimiento sostenido,  y con buen atino Tito acuerda con Pedro para organizar un grupo de colaboración donde todos pagarían como una cuota para poder solventar los viajes de Humeres a Buenos Aires, y además propone la posibilidad de generar un fondo para el futuro alquiler de un local como espacio para tener un dojo propio. Es aquí donde cabe mi agradecimiento infinito a ellos más que nada porque en mi calidad de estudiante solo dejaba dinero cuando podía y la verdad poco podía, casi nunca, mis estudios se llevaban todo lo que me mandaban mis padres.

En el transcurso de esta idea, Pedro Humeres da examen y le otorgan la graduación de 7mo Kiu, de allí en más ya teníamos el primer  graduado en el grupo, y sentimos por primera vez ciertos celos de competencia, pero con gran madurez Horacio Sanabria nos convoca y con sabiduría nos indica que Pedro Humeres de aquí en más será nuestro instructor, y debemos respetarlo como tal, nos explica que siendo el la persona que se sacrifica en las prácticas que nosotros desconocíamos en Buenos Aires, era el indicado, además de ser el único con la experiencia de haber dado un examen oficial de una verdadera escuela de Karate Do en Concordia, debería ser nuestro instructor, de allí en más la lucha solo se concentraba en obtener un lugar de práctica, pero nunca hallábamos el adecuado, nada tenia la soledad y el respeto de ambiente que requería un Dojo, pero a decir verdad en nuestras cabezas por aquellas épocas tampoco teníamos idea de cómo se conformaba el mismo, y para peor tampoco el conocimiento del respeto entre Sensei, Sempai,  Kohai, ni hablar del Dojo Kun y menos decirle a Pedro “Maestro” después de ser compañeros y amigos en una sociedad que no conocía nada de la cultura oriental.

Imagínense la siguiente situación: Humeres después de estar bajo el rigor en el Instituto Samurai, se para ante nosotros y obviamente no sabe como expresar para que tomemos a bien las costumbres entre los practicantes dentro de un dojo, como debíamos comportarnos, eran costumbres que hoy, pienso, no se animaba, porque no sabía como íbamos a reaccionar, su prudencia fue magnifica, y rápidamente me di cuenta que Sanabria era su voz en nuestras charlas fuera de las prácticas, donde conversábamos en reuniones y asados sobre todas las costumbres, y preguntarnos el significado de la palabra “OSS¡¡”

Mis 14 años eran poca cosa para revertir cultura a personas mayores que Yo, es más, me empeñaba en no ser oriental sino uno más de ellos, y entendí mi equivocación,  gracias a vivir esta historia junto a ellos.
Sanabria y Humeres consiguen obtener un permiso para poder utilizar el espacio de una vieja usina abandonada, de la vieja compañía de electricidad de la Ciudad de Concordia (hoy el Gimnasio Municipal), y allí fuimos a parar, practicábamos sobre el contrapiso, en invierno, no teníamos puerta, a veces teníamos que mojar el piso para que no se levantara el polvillo del mismo, y las palomas nuestras únicas compañeras, desde las cabreadas de metal, en momentos de mejor concentración se hacían notar de diferentes formas, que Ustedes se imaginarán, de allí en más, empezamos a practicar con el calzado llamado alpargatas.

¿Tener karategui? era otra odisea, las costureras de la zona nunca entendían lo que queríamos, y para peor cuando aparecíamos con diferentes tipos de lonas nos echaban de sus casas, jajá, como verán, nadie podrá negar que en los tiempos de hoy todo es mucho mas fácil, tal vez motiva que cuente estas historias, para que los jóvenes de hoy valoren porque tienen la posibilidad de practicar un Karate con solo elegir un gimnasio e ir a una casa deportiva y comprarse un karategui…

Continuará…


Castillo de San Carlos, Concordia, Entre Ríos (RA)

lunes, julio 16, 2012

UNIR CONSTELACIONES - Capítulo I

Modificando el Yo Inquieto

Las personas al conocerse en los encuentros, presentaciones o decisiones de pertenecer a un grupo de determinada actividad, creen generalmente que es ocasional. Cuando se determina la elección de un  Dojo, e inscribirse, se detiene solo en las acciones de presentación, y se cree en la casualidad por la elección del lugar.-
En contraposición hay personas que no creen en la casualidad, pero carecen de estímulo de investigación de los porque, solo piensan el si habría hecho aquello…o supongo que….-
MI razonamiento, implica que todos los hechos y los haceres, están enlazados en constelaciones espirituales que tienen un encuentro, que se unen por motivos a descubrir.-

Sabemos y leemos de  métodos y escritos, sobre este tema, pero cuando una persona enseña y propone crecimientos espirituales, en prácticas, se debe obtener la sabiduría porque se revelan caminos a  analizar  en nuevos despertares, creer o no, es una elección a tener en cuenta, en consideración, según los casos.-
El que no cree exige largo plazo de tránsito, y el que cree deberá estar atento a diario.-
La vida considera infinitos encuentros en distintas acciones, las historias enseñan los grandes males y las grandes bondades, repetirlas es solo una elección en el camino.-

El Comienzo

Salía de haber rendido la materia geografía en Diciembre de 1972, ya me  había llevado Química y Matemáticas para Marzo, y esta era la tercer materia, lo cual todavía no definía pasar de año escolar, y sentenciaba unas vacaciones muy intranquilas, mi falta de control dejó que durante el año no aprovechara las ventajas extra curriculares sobre una materia fácil, pero la edad del pavo me venció, yo era amigo del hijo de la profesora y su marido era el contador del negocio de mi tío.- Luego de una gran decepción en no eximirme en dicho examen, no quedaba otra cosa que volverme a Buenos Aires, mis vacaciones eran al revés, cuando todos venían a Concordia yo volvía a la casa de mis padres, y esta vez derrotado por una fácil materia…..-

Así cabizbajo y meditabundo me fui caminando al puerto de la ciudad, pueblo de mierda me dije, para poder convencerme de que ya eran mis últimos días y no sufrir la despedida, y mi mente recordando una y otra vez, cada momento del examen, la voz de ella, La Tulia ¡¿y Maehamasaki donde desemboca el Rin?.- silencio……y dale con el Rin… yo quería hablar del Eufrates y el Tigris y me sale con el Rin…sabia las demás bolillas pero justo me tuvo que tocar ésa...que someramente la había leído… pero su venganza estaba escrita, le rogué a esa mesa de tres, para que me preguntara otra cosa, pero de pronto recordé sus ruegos para que dejara de liderar el bochinche en sus horas de clase, golpeando la tapa del pupitre con bisagra, cuando ella se daba vuelta para escribir en el pizarrón y los demás que se unían a mi iniciativa para detenernos cuando ella volvía hacia nosotros, parando todos al mismo tiempo, poniendo cara de nada.- jaja, ok , ya se me fue la sonrisa.-

Llegué al borde del espigón y el río estaba allí, manso y tranquilo, cristalino como ya no es, seguí su silueta y llegué hasta el balneario viejo, casi frente a la cancha de Estudiantes, y recordé otros veranos, donde con mis primos paseábamos en las noches  luego de la cena con los tíos y abuelos antes de dormir, pero nada sumaba a mis circunstancias del momento, los veía sentenciando ni regreso, y las cargadas de mi primo Raúl para luego consolarme y darme su apoyo, seguramente mi único aliado “_.¡no te calientes, la das en marzo¡ y chau.¡¡ El estaba cruzando el 5° año Nacional en aquel momento.- Tomé los apuntes y la carpeta Rivadavia de un vértice y la tiré al Río de Pájaros según Falú, a ver si lograba por lo menos hacer sapitos, antes de que se hundiera, iluso de mi, retumbaba en mi mente. -¡dónde desemboca el Rin?...me imaginé haciendo la plancha en “el Uruguay, que no es un río sino un cielo azul que viaja”…. y llegar al Río de la plata y así ahorrarme el pasaje.- ¡¡Pero algo ocurrió en aquel momento que mi ojos pescaron justo; dos personas pasan corriendo a mi lado en ejercicio matinal logrando ver que sus pantalones eran blancos y anchos como los de judo y karate, de pronto se detienen, uno de ellos vuelve sobre sus pasos, y me pregunta.- “Vos sos del Tokio”? (nombre de la tintorería única en el pueblo), .-Si ¡¡ contesté.- ¿practicas judo o karate? –“¡Algo de Judo” conteste, -“OK¡ nos veremos” dijo, y me quedé con algunos interrogantes, eran personas de unos 25 años..- “¡Nos vemos¡” respondí como al pasar, y otra vez retomé mi presente y otra vez vi mi derrota intelectual.- La llegada a casa fue de terror, me recibe Raúl, ¡¿y como te fue?-. Me partieron¡¡respondí.- No¡¡que boludo geografía¡¡ jaja, la cargada de mi primo, te partió la Tulia,¡¡¡ Ella había sido y era profesora del Nacional , su colegio, en aquel momento, jaja, bueno la das en marzo¡¡  Los tíos no fueron tan benignos, como sabia que ya empezaba mis vacaciones, me dijeron saca pasaje para la semana que viene y te vuelves¡¡…hasta marzo.-

Ese mismo fin de semana después del medio día del sábado, tocan timbre y preguntan por mi, para mi sorpresa era la misma persona que corría en el balneario, mas sorpresa aun fue ver que El y mi tía Teresa, charlaran efusivamente, luego me dijo que eran compañeros de trabajo en la única concesionaria IKA Renault de aquella ciudad, que casualidad¡¡, El le pidió permiso si me podía llevar a practicar a su casa y ella me preguntó si quería ir, y le dije que sí. OK dijo El.- ponte una ropa deportiva y vamos. ¡a donde? pregunté,  .-a practicar karate, respondió. ¡bueno espere que me cambio, le dije, ya dentro de la casa y lejos de la puerta le pregunté a mi tía ¿quién es? Tito Sanabria, me respondió, trabaja conmigo en Carubia (nombre de la casa concesionaria). Luego del permiso acordado bajo promesa de que me traería de nuevo una vez terminada dicha practica.- Fue entonces que partimos en unas motos Siambretas de aquellas época, Diciembre de 1972.-

Llegamos a la casa, me presenta a su madre y hermana, y vamos al fondo, era un jardín y veo a dos personas que estaban tirando golpes, me presenta.- hola¡ digo, soy Daniel.- hola Vito Ruiz Díaz, hola Pesolani, -encantado¡.- respondo,  ¿así que haces judo o algo?, de chico, respondí dándome importancia, la verdad sabia muy poco y nada, solo copiaba tomas de las clases que pude ver en la escuela primaria, y de compañeros que si practicaban, pero era muy diestro en actividades físicas y todo me salía relativamente fácil, ¡¡como practican? pregunto, Tito me responde, -miramos este libro y tiramos 100 golpes cada uno, aquí explica bien la técnica.-  y pensé ¿¡qué!?, me sorprendí por la contestación, yo pensé que había un maestro en Concordia, me callé, .- ah¡¡si? dije, “Que bien”, respondí, y ya me quería ir de allí, me dije a mi mismo “estos tres están del mate”, me acerco mas al lugar y veo como si fuera una tabla de planchar clavada de punta acolchada o cubierta con hilo sisal en el jardín, ¡esto que es? Pregunto. -el makiwara, me dice, aquí golpeamos para acostumbrar la posición del puño, y me empieza a mostrar golpeando a manos desnudas, increíblemente la madera estaba bien fijada al piso, allí no mas ya estaba ansioso para irme a la mierda y empecé a pensar en  inventar una excusa, y volví a preguntar, ¡pero quien de ustedes es el profesor?- nadie¡¡ me responde Tito: yo practico de vez en cuando con un Profesor Uruguayo que hace Sudegito Do. -¡¡Qué??? allí nomás ya sabia que estaba a la deriva y karate no iba a practicar, pero de pronto, mientras me mostraba los movimientos que practicaban, vi como uno de ellos pone una tabla gruesa, apoyada entre la pared y el suelo en ángulo de 45 grados, y de un solo golpe de puño la rompe¡¡ wauhh¡¡ gran sorpresa, que bueno, al rato vino el más alto de ellos y repitió lo mismo con otra, y no salí de mi asombro, era la primera vez que veía algo así en vivo y en directo, solo recordé que en un programa de televisión con Pipo Mancera había visto algo igual, fui directamente a ver y a comprobar el espesor de la tabla y si no estaba preparada, quedé asombrado. -La sonrisa se me fue inmediatamente de la boca para dejarla abierta por la acción, parecía que ellos competían a quien rompía la más gruesa.-

Allí entendí que dentro de ellos había algo más, no era solo el hecho de copiar movimientos, sino el objetivo de una lucha exitosa en educar sus cuerpos hacia lo sobrenatural, y yo quise poder hacer también aquello, el Sudegito Do hasta ese momento les sirvió, pero Tito ya sabia que dejaría de practicar ese sistema y que su camino de allí en más seria el Karate.-
Comencé una relación de amistad con ellos pero no era muy adicto a sus prácticas puesto que alternaba los tiempos entre mis amigos de colegio y ellos, y la posibilidad de conversar con personas mayores hicieron que me adelantara en algunas cosas a la forma de pensar de aquellos días.

Obviamente que di la materia en marzo y la pasé, me focalicé en esa, ya que era la más fácil de las tres y así pasé al 3er año. -Al volver a Concordia, en 1973, ya practicaba más intensamente, sobre todo me agradaba pronunciar las palabras japonesas de las técnicas lejos del Japón y mis ancestros, empecé a palpar y entender mi verdadera identidad de sangre y ello me acercó más a comprender mi cultura. -¡¡Gran paradoja no? - Pronto empezaron a llegar las películas chinas y la Gran Operación Dragón, lógico que nuestros movimientos no eran errados, pero vimos por primera vez técnicas veloces y coreografiadas, todos queríamos ser como El y yo mas que nadie, y ya con algunos conocimientos de karate, se fueron yendo mis inseguridades, y el complejo de ser el oriental del pueblo, aguantando las cargadas con otra perspectiva, ya que mi yo interior sabia que si peleaba ganaría pues por aquellas épocas en Concordia éramos los únicos que practicábamos Karate.

Aparece en nuestro camino un Cinturón Marrón de la escuela Matsubayashi de Córdoba, alumno nos dijo de Sensei Jintatsu  Higa, y practicamos entusiasmados con El,  ya que era un graduado de alta categoría, por un buen tiempo, y pudimos perfeccionar más nuestros conocimientos y estábamos contentos por tener una línea de karate pura de Okinawa, pero pronto tuvo que dejar por trabajos y nos abandona en medio de una tristeza, más adelante cursando el 3er año de la Escuela supe que era el marido de una profesora nuestra.-

Nos tuvimos que rehacer espiritualmente y lo más parecido a ese estilo de karate se encontraba en la ciudad de Paraná, del otro lado de la provincia, por lo menos ahora sabíamos que buscar, recuerdo que en un raid de desesperación viajamos Sanabria,  Pesolani y Yo, pudimos practicar una tarde con el Maestro Castañeda del Shorin Ryu Shidokan, este era un cinturón negro de verdad, la anécdota que recuerdo es que al entrar al dojo, piso de mosaico, y por la transpiración, sus alumnos y nosotros resbalábamos, entonces trajo dos baldes de agua y los tiro sobre el piso y nos dijo “¡¡¡ahora si pueden resbalar¡¡¡, pero que no se les ocurra¡¡¡” al rato sale de los vestuarios con listones de madera de los mangos de escobillones y escobas y se los parte en los brazos y espaldas de sus alumnos ¡¡¡ wahh¡¡¡ quedamos muy impresionados, muy amablemente luego de la intensa práctica, nos invitan a beber unas cervezas en la orilla del Paraná, y le pregunto a uno de los alumnos, ¿lo de hoy fue una exhibición?.-¡¡NOO lo hace seguido cuando ve que flaqueamos.- mirá vos¡¡¡ respondí, y no dejamos de hablar de eso en el viaje de vuelta a nuestra sectaria Concordia.

Pedro Humeres, por aquel entonces integrado a la familia de Sanabria, había hecho contacto en Buenos Aires con el Karate, puesto que su hermano vivía allí, y entre todos convenimos en que lo seguiríamos a El si asumía transmitirnos lo que aprendía allí, recuerdo que no quería asumir ese rol, contaba que las clases eran muy repetitivas y que se las daba un segundo Instructor y que no hablaba una palabra en castellano, que no le entendía nada y solo le pegaba con el Shinai de kendo, y que su Maestro viajaba mucho por la Argentina y Uruguay los fines de semana.-

Puesto que Pedro recién empezaba y solo podía ir de vez en cuando a Bs.As., insistimos que era mejor que nada, además le dijimos que era mas agradable practicar varios que el solo, creo que eso fue lo que más le agradó.- Y así fuimos buscando lugares donde practicar, un día, me llevan al Club Regatas donde noté el cambio de posiciones entre lo que practicaba Humeres y nuestro anterior instructor de Córdoba (perdón no recuerdo su nombre han pasado 40 años), y por primera vez conozco aquel club, era un club caro, después de la práctica en el salón, me muestran las vitrinas de trofeos, y la gran sorpresa¡¡¡ que cambió definitivamente todos los conceptos que tenia de ellos: Sanabria, Ruiz Díaz, Pesolani y Humeres, habían sido Campeones Nacionales de Remo de cuatro tripulantes, años atrás, representando ese club, quedé con la boca  más que abierta nuevamente, y la seguridad de estar al lado de verdaderos campeones, me convenció que el camino que buscábamos no eran improvisados en cuanto a objetivos.-

La película Operación Dragón fue un hito en nuestras vidas, pues sus escenas eran más reales por las técnicas ejecutadas, pero la serie Kung Fu fue la que cambió la historia, la filosofía explicada allí, demostraba que no era solo una forma de pelea, y explicaba en metáforas la filosofía de oriente y se nos acercaba más gente que querían practicar con nosotros, y fue allí donde Pedro comienza a viajar más seguido para obtener más conocimiento.-

Pero la peor de las noticias estaba por llegar… Pedro nos avisa que muere por un accidente automovilístico el profesor donde el practicaba con su hermano: el Maestro Itaya, y que suspendía los viajes porque no se sabia que pasaría de allí en mas en aquel Dojo Samurai.-




Continuará…
Técnicas de Kizami Tsuki y Uraken. Maehamasaki Sensei e Instructor Rafael Peña
Explicación de algunos conceptos clave sobre el kata Basai Dai, a cargo de Maehamasaki Sensei, durante una práctica en Seiken Karate Dojo.
Reseña de "La curación interior"

¿Cómo hacer para evitar o anticipar las enfermedades?
¿Cómo curamos una enfermedad en curso?
¿Cómo aliviamos una enfermedad “incurable”?
¿Cómo ayudamos a todas las terapéuticas que nos aplican?

Pacientes y médicos hacen lo que pueden frente a síntomas, a menudo desconcertantes. Con frecuencia, se sienten inermes ante la enfermedad, pues desconocen el proceso que les permitiría activar los mecanismos de curación natural. ¿Cómo activar los cambios internos necesarios para lograr el equilibrio emocional y lograr, en consecuencia, la curación física? Ésa es la pregunta clave que estas páginas responden de forma metódica, accesible, sin hermetismos, códigos ni lenguaje cifrado.

El método se sostiene en pasos precisos que van de la acción a la razón y de la razón a la acción: el cómo es, capítulo tras capítulo, protagonista esencial para resolver el problema de la enfermedad en todas las instancias de nuestra vida.

Los procesos de “digestión” emocional son llaves que integran este método cuyos pasos permiten acceder a una expectativa más feliz, más sana en el sentido holístico de la palabra.

Desde todos los puntos de vista, la mejor curación es la que se realiza antes de que aparezcan las enfermedades: ésa es la premisa sustancial que fundamenta el presente volumen y que puede cambiar la vida de los lectores.
Reseña de El Liderazgo de Matsushita

Konosuke Matsushita, uno de los modelos más inspirados de todos los tiempos, se enfrentó a un período de aprendizaje que, a la edad de nueve años, exigía dieciséis horas diarias de dedicación, a todos los problemas que surgen cuando uno comienza a hacer negocios sin tener dinero ni contactos, a la Gran Depresión, al horror de la Segunda Guerra Mundial en Japón y a otras adversidades. Pero, a través de este libro fascinante e instructivo, John P. Kotter demuestra cómo, en vez de dejarse aplastar por el infortunio, Matsushita llegó a ser un empresario y dirigente de hombres de negocios, fundador de la empresa más grande de Japón: la Matsushita Electric Corporation, que factura 65 millones de dólares al año.

El liderazgo de Matsushita no es sólo una biografía. Es un conjunto de lecciones para carreras y corporaciones del siglo XXI, y es también una historia inspiradora y un manual autorizado, poderosamente significativo para las organizaciones y para aquellos que desean vivir una vida plena.
Reseña de Karate Do, Mi Camino

Karate Do, mi camino, fue el último libro de Funakoshi. Escrito un año antes de su muerte, contiene la esencia de su profundo conocimiento del Karate Do, destilada a través de una vida llena de interesantes acontecimientos. Llenan sus páginas enjundiosos relatos y anécdotas de sus ya legendarios maestros, su aprendizaje y experiencias en la práctica del “arte”, como gustaba llamarlo el maestro, así como la historia de los orígenes del mismo, su definición desde la isla de Okinawa hacia Japón y el comienzo de su expansión por el mundo, todo ello narrado con una humildad y buen humor proverbiales. Pero, tal vez, el más interesante aporte de este libro sea el acercamiento al día a día del hombre, para comprender así mejor, a través del espíritu que le animaba, el arte que sistematizó y al que puso nombre. Completan su autobiografía, sus prescripciones para la longevidad, así como sus famosas “seis reglas” para los estudiantes del Karate Do. Este libro es recomendable, no sólo a los practicantes de artes marciales, sino también a todos aquellos sinceramente interesados en el pensamiento y la cultura de Oriente.
Reseña de El Maestro de Go

Hacia 1938, el jugador de Go Shusai Honnimbo-, imbatible meijingodokoro, está próximo a morir. Es el Gran Maestro de la época, luego de él no habrá ningún otro jugador de tan alto grado. Los maestros, elegidos en el seno de familias nobles, deben integrar el torneo anual en donde compiten bajo la tutela del shogun. El tiempo de Shu-sai, el último de los Honnimbo-, estará medido por la partida con el joven maestro Otake, quien simboliza el tránsito ideal de la tradición a un mundo nuevo, diferente y aún indeterminado. Espectador de excepción de la contienda, Yasunari Kawabata asistió al interminable torneo, que duró casi medio año, con una extensa interrupción de tres meses a causa del agravamiento de Shu-sai. Derrotado definitivamente el 4 de diciembre de 1938, éste muere un año después. El Maestro de Go es la biografía ficticia de un hombre que va al encuentro de su destino con extraordinaria dignidad, una obra impar del Premio Nobel de Literatura 1968.
Reseña de ¡Ay, mis ancestros!

Vínculos transgeneracionales, secretos de familia, síndrome de aniversario, transmisión de traumatismos y práctica del genosociograma.

Anne Ancelin Schützenberger presenta en esta obra, a través de su análisis clínico y su práctica profesional de casi una veintena de años, una "terapia transgeneracional psicogenealógica contextual". En términos corrientes, esto significa que somos un eslabón en la cadena de las generaciones, y debemos a veces, curiosamente, "pagar las deudas" del pasado de nuestros ancestros. Se trata de una especie de "lealtad invisible" que nos impulsa a repetir, lo queramos o no, lo sepamos o no, situaciones agradables o acontecimientos dolorosos. Somos menos libres de lo que creemos, pero tenemos la posibilidad de reconquistar nuestra libertad y de salir del destino repetitivo de nuestra historia si comprendemos los lazos complejos que se han tejido en nuestra familia. Este libro apasionante con numerosos ejemplos se inscribe en las últimas investigaciones de la psicoterapia integrativa y pone particularmente en evidencia los lazos transgeneracionales, el síndrome de aniversario, el no-dicho secreto y su transformación en un "impensable devastador".
Reseña de Cuentos y tradiciones japoneses, Vol. IV, El Mundo del Samurai

Doctor en Historia del Arte y especialista en arte y cultura japonesa, Luis Caeiro es también narrador y articulista.
Esta tetralogia, recopilación de los relatos populares del Japón, abarca los distintos mundos naturales y sobrenatrales a los que se refieren los cuentos y las historias japonesas.
En este cuarto tomo Caeiro presenta textos relacionados con las tradiciones caballerescas y guerreras del Japón y con las artes marciales.
Reseña de Shibumi

Nicholai Hel nació en la China de la segunda guerra mundial, hijo de una aristócrata rusa convertida en prostituta de lujo y de un alemán de paso. Hel es un experto en artes marciales, naked-kill, espionaje internacional y otras áreas culturales. También es el asesino mejor pagado del mundo. Un asesino a sueldo que mantiene algunos principios como: no trabajar nunca para los USA y ayudar gratuitamente a organizaciones paramilitares que luchan contra la dictadura de Franco. Con ellos llegan a un acuerdo de colaboración a cambio de que le protejan de la CIA.La educación de Nicholai tiene una gran influencia japonesa y su secreto es su determinación de alcanzar una rara clase de pureza personal, un estado de perfección sin esfuerzo que se llama… shibumi.Vive retirado en una aislada fortaleza, en las montañas del País Vasco, junto con su espléndida concubina euroasiática. Cuando Hel se ve obligado a enfrentarse con su enemigo más siniestro y sórdido…

Autor: Trevanian, cuyo autentico nombre es Rodney William Whitaker, nació en Grandville, en el estado de Nueva York, el 12 de junio de 1931. Sirvió en la Marina durante la guerra de Corea de 1949 a 1953. Cursó un doctorado en Comunicaciones en la Northwestern University de Evanston, en Illinois. Cada vez más critico con la sociedad americana, con el tiempo Trevanian decide vivir entre el país vasco francés y el oeste de Inglaterra. Rodney Witaker murió el 14 de diciembre del 2005 en Inglaterra, a causa de varias enfermedades pulmonares.