Una vez un alumno me solicitó autorización para dar exámen y obtener el cinturón negro.
A pesar de mi opinión que aún no estaba listo para ello, el pensó que SI podría lograrlo al terminar el curso intensivo, que estaría óptimo física y mentalmente para alcanzar su objetivo, y ante su insistencia accedí, equivocadamente.
Mi Maestro, jefe técnico examinador, me llama al terminar el curso, y me reclama, que como envié a ese alumno a dar exámen si yo debería saber muy bien que no estaba preparado para ello, y que el lo notaria, situándolo en una posición de decisión incómoda, descubriendo mi error dejándome además expuesto a comentarios de otros instructores de nuestra escuela.
En defensa de mi alumno respondí, errando nuevamente:
.- Sensei, este alumno me dice que su realidad es, por físico y edad, que mayor técnica y destreza no podrá ofrecer.-
El Maestro me responde:
.- Daniel, hay en nuestra escuela practicantes técnicamente peores y más ancianos aún, pero la “Mente” de ellos de cinturón negro es, antes de dar exámen.
Instruye en la mente de tus alumnos lo que ser cinturón negro significa, porque si no lo comprenden caerán en su propia trampa. “Para los occidentales es mas fácil creer siempre que llegan, a que comienzan”.
.- OSS Sensei, respondí (y alli mismo construí una metáfora).
Su exámen tuvo traumáticos entredichos.
A su manera, obtuvo el primer Dan, la práctica posterior en el Dojo se encargó de madurar su mente.
---*---
Una vez un alumno muy bueno en la práctica, y aplicado en el entrenamiento, estaba óptimo mental y físicamente para ser cinturón negro demostrándomelo en sus infaltables prácticas cotidianas. Decidí convocarlo para ello, sorpresa me lleve con su respuesta:
.- Sensei, creo no estar preparado.
.- Bueno –dije-, nadie puede obligarte si tu piensas que no lo estás, la conciente negación es la peor enemiga en estos casos.
No volví a mencionarle el tema.
Durante los años siguientes seguía practicando pero interrumpía la práctica cada tanto, por distintos factores que la vida le imponía, trabajo, conflictos familiares, afectos de pareja, etc., hasta que un día me dijo:
.- Sensei ¿no será hora que ya de exámen?
.- Bien le dije, hazlo.
Sus técnicas fueron sólidas, pero no descollantes como solía serlo y su dinámica no fue tan sostenida en su Tokui Kata (kata favorito) como antes. De todas maneras fue técnicamente suficiente para obtener su primer Dan.
Al concluir su examen me dijo:
.- Sensei, no estoy conforme como di este exámen.
Golpeaba en su memoria los ecos de sus mejores tiempos.
Respondí:
.- Cuando eres muy exigente contigo, solo comprendes una parte de lo que ser cinturón negro es, tornándose difícil sentir la propia maduración.
A su manera obtuvo su primer Dan.
La práctica posterior en el Dojo se encargó de madurar su mente.
---*---
Una vez le dije a otro alumno:
.- Es hora de que rindas exámen.
.- ¡Oss!! Sensei! -me respondió-.
Fue, rindió y logró su cinturón.
A su manera obtuvimos su primer Dan.
---*---
Metáfora:
-Había un manzano, y sus frutos colgaban firmemente aún en sus ramas, “EL” fue, trepó al árbol, arrancó con fuerza el fruto y comió. Tenía cierto sabor.
-Había un manzano, y sus frutos caían por su excesiva madurez, “El” volvió sobre sus pasos y levantando la golpeada fruta la comió. Tenía cierto sabor.
Había un manzano, con sus frutas maduras. “EL” eligió cuál estaba a punto de caer y esperó debajo de la misma. Cuando la vio desprenderse abarajó el fruto en sus manos y lo comió. Tenía el justo sabor.
Mi Maestro, jefe técnico examinador, me llama al terminar el curso, y me reclama, que como envié a ese alumno a dar exámen si yo debería saber muy bien que no estaba preparado para ello, y que el lo notaria, situándolo en una posición de decisión incómoda, descubriendo mi error dejándome además expuesto a comentarios de otros instructores de nuestra escuela.
En defensa de mi alumno respondí, errando nuevamente:
.- Sensei, este alumno me dice que su realidad es, por físico y edad, que mayor técnica y destreza no podrá ofrecer.-
El Maestro me responde:
.- Daniel, hay en nuestra escuela practicantes técnicamente peores y más ancianos aún, pero la “Mente” de ellos de cinturón negro es, antes de dar exámen.
Instruye en la mente de tus alumnos lo que ser cinturón negro significa, porque si no lo comprenden caerán en su propia trampa. “Para los occidentales es mas fácil creer siempre que llegan, a que comienzan”.
.- OSS Sensei, respondí (y alli mismo construí una metáfora).
Su exámen tuvo traumáticos entredichos.
A su manera, obtuvo el primer Dan, la práctica posterior en el Dojo se encargó de madurar su mente.
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Una vez un alumno muy bueno en la práctica, y aplicado en el entrenamiento, estaba óptimo mental y físicamente para ser cinturón negro demostrándomelo en sus infaltables prácticas cotidianas. Decidí convocarlo para ello, sorpresa me lleve con su respuesta:
.- Sensei, creo no estar preparado.
.- Bueno –dije-, nadie puede obligarte si tu piensas que no lo estás, la conciente negación es la peor enemiga en estos casos.
No volví a mencionarle el tema.
Durante los años siguientes seguía practicando pero interrumpía la práctica cada tanto, por distintos factores que la vida le imponía, trabajo, conflictos familiares, afectos de pareja, etc., hasta que un día me dijo:
.- Sensei ¿no será hora que ya de exámen?
.- Bien le dije, hazlo.
Sus técnicas fueron sólidas, pero no descollantes como solía serlo y su dinámica no fue tan sostenida en su Tokui Kata (kata favorito) como antes. De todas maneras fue técnicamente suficiente para obtener su primer Dan.
Al concluir su examen me dijo:
.- Sensei, no estoy conforme como di este exámen.
Golpeaba en su memoria los ecos de sus mejores tiempos.
Respondí:
.- Cuando eres muy exigente contigo, solo comprendes una parte de lo que ser cinturón negro es, tornándose difícil sentir la propia maduración.
A su manera obtuvo su primer Dan.
La práctica posterior en el Dojo se encargó de madurar su mente.
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Una vez le dije a otro alumno:
.- Es hora de que rindas exámen.
.- ¡Oss!! Sensei! -me respondió-.
Fue, rindió y logró su cinturón.
A su manera obtuvimos su primer Dan.
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Metáfora:
-Había un manzano, y sus frutos colgaban firmemente aún en sus ramas, “EL” fue, trepó al árbol, arrancó con fuerza el fruto y comió. Tenía cierto sabor.
-Había un manzano, y sus frutos caían por su excesiva madurez, “El” volvió sobre sus pasos y levantando la golpeada fruta la comió. Tenía cierto sabor.
Había un manzano, con sus frutas maduras. “EL” eligió cuál estaba a punto de caer y esperó debajo de la misma. Cuando la vio desprenderse abarajó el fruto en sus manos y lo comió. Tenía el justo sabor.
Eiken Maehamasaki