La usina
fue el lugar donde mas tiempo pudimos estar, a pesar de la gran incomodidad del
piso, sin ventanas, sin duchas pero con un gran amor a la práctica, donde amigos
y conocidos se acercaban a ver que era el Karate o mejor dicho como lo
practicábamos.
Cada
tanto, alguien se paraba en la puerta y preguntaba si se podía integrar, así
fue que dejamos de ser cinco personas, pero la rotación era constante, allí nos
siguieron los hermanos Pérez (Jorge Pérez es hoy otro instructor histórico de
aquella lucha en Paraná, Entre Ríos), Daniel Flores, Mazoletti “lobito” para los amigos, Meneguin (que fuera años después Director de
la secundaria Artes Visuales. Los que mas recuerdo de aquella primera etapa, .-
pero como en las películas, empezaron las rivalidades por algún motivo,
escuelas escondidas de supuestas artes marciales empezaron a pulular por ósmosis,
influenciada por la serie televisiva Kung-Fu, y a cuestionarnos, ¡¡a
nosotros¡¡ que éramos el legado de Samurai en Concordia, si, así y todo habían
practicantes de otras pseudo artes marciales, que nos veían en esa usina abandonada,
y el comentario, que éramos unos chantas y que nuestro profesor no podía
enseñarnos porque era un cinturón verde, en cambio ellos tenían 7mos y 9nos Danes.
Recuerdo
que uno de esos instructores decía que era 3er Dan de Aikido (para que tengan
una idea el Sensei Kurata era 3er Dan en aquella época), 4to Dan de Karate (Sensei
Inoue era 2do Dan) y 2do Dan de Judo (Oscar Stractico Campeón Argentino),
sumaba todos los Danes y entonces ostentaba el 9no Dan, ¡¡me quería matar¡¡ escuchar
eso¡¡, y lo que enseñaba, por Dios, un compañero de colegio practicaba con
ellos y utilizaban ropa negra, yo le decía “ven con nosotros, ese es un chanta”,
típica competencia adolescente, y empezábamos con las comparaciones técnicas en
los recreos del colegio. Un día, este estilo de arte marcial, hace una exhibición
en el Círculo Italiano, Sanabria, “Lobito” Mazoletti y Ruiz Díaz van a ver lo
que hacían; en un momento después de demostrar técnicas combinadas (un
desastre), pasan a realizar roturas, y al tocar la viga de madera en una prueba
de acercamiento, antes del impacto en el brazo de un practicante, esta hace un
crujido, ¡¡¡está preparada¡¡, gritan Mazoletti y Sanabria, la gente se empieza
a poner nerviosa porque obvio eran parientes y amigos de los exhibidores, me
cuentan que se acercan a las otras maderas después de la demostración y las ven
preparadas con una espiga para que sea mas fácil la rotura, obvio esto ofuscó a
los de la exhibición, y terminó con insultos, la rivalidad había comenzado.
Al otro día
fue el gran comentario en la práctica y Humeres nos reta: “¡¡para que hacen eso?
es peor¡¡”, y al no saber que contestar, Sanabria responde: “nosotros tratamos
de hacer un Karate serio y divulgarlo y esta gente enseña esa truchada engañando
a la gente y a sus practicantes por el desconocimiento que hay de las artes
marciales, les muestra un camino fácil engañando de que eso es Arte Marcial, y
no es así¡¡”, yo solo escuchaba presenciando la discusión, y pasamos a
practicar una vez terminados los distintos conceptos sobre el caso. Yo estaba
en un todo de acuerdo con Tito, al otro día en el colegio, mi compañero que
practicaba ese estilo, me increpa de lo maleducado que fueron mis amigos de práctica,
diciendo que estuvo re mal lo que hicieron, a lo cual respondí: “Mirá Coronel, lo malo es engañar de esa forma
al público con maderas preparadas”, y se calló, no me habló mas de karate. En
el transcurso del año dejó su práctica, pero tampoco quiso empezar con nosotros.
Unos días
después aparece una persona en la puerta y pide hablar con el instructor.
Sanabria se da cuenta (era uno de los discípulos integrantes de aquella
exhibición), y no deja que Humeres se involucre. -¿Quiere hablar con el
instructor?-, Sanabria le dice: “Yo soy el instructor¡¡”, y empiezan una
discusión que termina con un desafío y duelo de Kumite en la playa Los Sauces, al siguiente día. No pude
asistir, pero esta fue la narración de los presentes: Sanabria va acompañado
con Mazoletti y Ruiz Diaz, y se encuentran con el contrincante, el que se parara en la puerta de nuestra Usina
y su maestro. Luego de un intercambio de ofensas, Mazoletti se cansa y los
invita definitivamente a pelear, y le da tal paliza al contrincante que pide
por favor arriba del capot del 4L de Sanabria, que no le pegue por favor,
mientras Tito trataba de que no le abollen el capot! Jajaja, allí dicen que fue
el fin de la discusión y de aquella escuela. Lobito hacia cuatro meses que
practicaba con nosotros y su contrincante era cinturón Negro…
Corrió
como reguero de pólvora, chusmerio de pueblo chico, pero increíblemente aumenta la inscripción de practicantes en
nuestro grupo.
Humeres y
Sanabria toman una decisión que cambiará y afirmará el camino de la escuela Shotokan
en la ciudad y en nuestras vidas en forma definitiva y sin más
cuestionamientos.
“La gran
decisión”: Traer al maestro de Pedro a Nuestra ciudad. Pedro nos indica que el
quería conocernos, y comenzamos todos los preparativos para la gran visita y prueba de nuestro verdadero nivel de práctica.
Continuará…