martes, julio 31, 2012

UNIR CONSTELACIONES - Capítulo IV


La visita

¡Che! ¿cuánta plata hay que reunir?, -la pregunta de rigor-. ¿Y si lo traemos en Ferry?, jaja!, Bueno, -dice Pedro-, yo me encargo del pasaje, ustedes se encargan de juntar para la estadía, ok? ¡No!, no es justo, -responde Tito-, lo pagamos entre todos, ¿está bien?, y nos ponemos a trabajar, ¡tenemos un mes!

Y así fue. En primer lugar, todos  se confeccionaron el Karategui, cual traje de recepción; Segundo, saber donde sería la práctica, y tercero organizar su estadía. Y comenzó el delirio: Meneguin había pintado al óleo un cuadro gigante de Sensei Itaya, como de 2 metros de alto por 1.50 de ancho más o menos, copiado de la foto tradicional del libro de técnicas del instituto Samurai provisto por Humeres, como artista que era, y por primera vez vi el Dojo Kun pintado, escrito, y el tigre del Shotokan con fondo rojo y sus negras líneas, todo un acontecimiento, fuimos a ver las pinturas a su casa ( particularmente yo que venía de una religión sintoísta, me pareció muy pomposo, pero así quedó ya que era lo único como retrato que teníamos de aquel su Maestro).

El Tigre como emblema nos impresionó, era de una atracción increíble, su pose, la expresión en su silueta solo por sus rayas, motivando el Ying y el Yang entre sus líneas y espacios vacíos, todos nos imaginábamos tenerlo alguna vez bordado en el karategui. Hoy en día se los tatúan en su propia piel cual yakuza vernáculo.

Finalmente se optó por pedir el salón central del colegio de Artes Visuales por su nombre y la comodidad de encontrarse en pleno centro de la ciudad para el sábado de tarde, y el Centro Español para el Domingo media mañana. Realizamos varios asados para la recaudación de los fondos,  reservamos su habitación de hotel, -no había buenos en aquella época-, recién se estaba construyendo el “Salto Grande”, y así fue que, -si la memoria no me falla-, el Hotel Colón fue el elegido, al lado del Departamento de Policía.

Ya todo estaba listo, la cantidad de practicantes había aumentado, éramos aproximadamente 20 alumnos, todos intrigados,  ni hablar nuestro reducido grupo organizador, nerviosos es poco decir, como a toda gran personalidad, queríamos darle lo mejor,  hasta discutir con que coche ir a buscarlo el sábado por la mañana al aeródromo “Pierrastegui”, por aquella época los vuelos del Avro, un turbohélice, no eran frecuentes, y el día tan esperado había llegado.

En las viejas épocas el informe de aterrizaje no era preciso,  siempre se demoraba, vaya uno a saber por qué, y cuando preguntábamos, las explicaciones desconcertaban aun más, así que ese día Sanabria y Humeres lo van a buscar, el aeródromo quedaba  lejos por lo menos 30 minutos de viaje, al llegar empezaron a preguntar si el vuelo había llegado y les contestan: ¡Hace rato Chamigo¡, -¡No!!!, -expresaron-, ¡entonces no vino!!!, ¡perdió el vuelo!, -o lo peor-  ¿Dónde se metió este Japonés?, -vociferaba Sanabria hasta que se dan vuelta y… el Maestro Inoue estaba tras de ellos, sentado en un tronco, con el bolso entre sus piernas esperando. Ambos, sin saber tanto el protocolo, se le acercan y lo saludan pidiendo las respectivas disculpas. Solo dijo: ¡¡¡Tarde!!!, como verán empezamos mal!!! Vestía un traje gris claro de solapas anchas, pantalón Oxford, botas y una polera clara, a la moda en aquellas época de los 70, el pelo bien corto, y su pronunciado mentón, a todos llamaba la atención su altura, pues para ser japonés era alto, 1.80 mts y 23 años de edad aproximadamente. Cuentan que solo mira a Pedro, poniendo sus cejas en “V” y fue suficiente, apretón de manos y se encaminan al auto de Sanabria, sin mediar palabra, 30 minutos de silencio, sin saber que pronunciar, el Maestro no manejaba el castellano.

Así fue que la presencia de El en la ciudad fuera novedosa para los que practicaban  algún arte marcial o tenían interés por el, todos estaban a la expectativa de ver a un verdadero practicante de karate en acción, y sobre todo venido del mismísimo Japón.

Lo alojan a Sensei en el hotel, y a seguir los preparativos con el grupo de practicantes para que nada fallara o faltase, repasábamos quien abriría el local, su limpieza, la disposición de los asientos, ya que mucha gente vendría a conocerlo, -entre ellos mi abuelo y traductor-, donde se cambiaria, donde seria el almuerzo, la cena, etc. Todos los detalles del caso, Pedro lo llevaría a almorzar y después lo dejaría en el hotel para que descanse, pero lamentablemente no fue así, el no estaba acostumbrado a dormir siesta como Sanabria y los demás del pueblo hasta las  cuatro de la tarde ¡Buenos Aires tiene otro ritmo! ¿No duermen siesta en Japón? vociferó Tito, y pregunta ¿Pedro, donde lo llevo?, ¡No se!, -dice Pedro-, pásalo a buscar y entreténlo…

Tito me pasa a buscar  y vamos al hotel, allí estaba con su traje gris. Se sienta en el lado del acompañante y partimos, en silencio. Después de dar la tradicional vuelta de la plaza principal, encaramos directo al San Carlos, a ver el Castillo, esperando que le gustara, pero entrando en la ruta, Sensei al parecer no se aguanta el silencio, toma un cassette de la guantera, venia de un país más adelantado tecnológicamente, así que cassette en mano, lo estrella contra el dial de la radio, (al parecer en Japón el dial es retráctil y deja paso al cassette) ¡¡¡NOOO!!! -grita Sanabria- ¡¡¡y a la Mierda el dial, jajajaaaa!!!, el Norman (nombre de modelo del pasa-cassette), lo tenia del otro lado del volante.

Es así que le saca el cassette de su mano y lo inserta en el Norman para que escuche “Los Cuatro Soles”, la música del gusto de Tito, y que yo detestaba, jajá ¡¡no podía parar de reírme!! Sensei que no sabia como pedir disculpas ¡¿no anda esute?! -pregunta Sensei-, y yo reía. La cara de Tito ¡¡¡de no creer!!!.

Bajamos en el castillo, había algunos tomando mate, y lo ven a El de traje a pleno sol, se dan todos vuelta a mirarlo, a mis 14 años no era orgullo lo que sentía, quería esconderme detrás del guarda barro del auto para pasar desapercibido, pero nada, seguíamos junto a EL sacando pecho, ¿Viejo esute?, Si, -respondo-, Muy viejo, mirando el castillo, y Sanabria me dice: ¡¡me hizo mierda la radio!!, jajaja me rio, Sensei me mira sin saber de que hablábamos y trato de morderme la lengua y aguantar... lo paseamos por el castillo, volvemos al auto después del recorrido y lo llevamos a la orilla del rió a ver los Saltos Chicos, caminaba por la arena y el  pedregullo, lo noté molesto, parece que cuidaba sus botas, ya había pasado una hora y todavía faltaban tres, donde mierda mas lo podíamos llevar?,  así es que empezamos a tirar piedras al río y ver quien hacia más cantidad de sapitos…jaja!, de pronto estábamos los tres haciendo lo mismo y eligiendo piedras chatas para mejorar los tiros jaja! En ocasiones es al día de hoy que recordamos con Sensei aquella tarde y nos reímos aún pasados los años.


Obviamente que el recorrido siguió por el Balneario viejo, donde naufragara mi carpeta de geografía, y el viejo puerto y la cancha del Libertad.

Volvimos al centro y la única confitería abierta se llamaba “Para Mi”, ó en su esquina de calle Buenos Aires “Lion D´or” donde ofrecían pizzas y cervezas, así que tomamos un café mientras lo seguíamos observando detenidamente, hasta llevarlo al hotel. Le dijimos que lo pasaba a buscar Humeres y nos fuimos, Sanabria seguía refunfuñando y probando que su radio funcionara, jajaja!.

Todos ya estábamos cambiados de karategui esperando su llegada, al entrar cual artista marcial, por los comentarios que habíamos hecho desde hacía un mes atrás,  todos caminaban detrás de El. -Pedro nos dice- ¡Vayan para el salón¡, y lo acompaña a cambiarse, la gente expectante trata de espiar, El con su Karategui impecable blanco entra , y todos admirados de verlo esperando alguna orden, nos ponemos en fila todos los practicantes, nadie había faltado, y Humeres lidera el Zeiza: por primera vez en el pueblo con un Maestro de verdad en el frente. Sensei Inoue toma su posición, nos hecha una mirada de soslayo antes de darnos la espalda y tomar su lugar, Pedro ordena a viva voz ¡¡¡Seiza!!!, el Maestro baja su figura y nosotros a la misma vez lo hacemos tras El, ¡¡¡Mokuso!!! -suena la segunda orden-, y cerramos nuestros ojos y calmamos nuestra respiración, la emoción me traiciona, y no puedo dejar de pensar lo que se ha logrado, nuestra primera acción de meditación, pienso el gran paso que estábamos dando, no solo en Concordia sino en la región, ¡¡¡ Mokuso Iame!!! me sorprende y abrimos los ojos y saludamos al Sensei, y comenzamos. Sanabria conduce la gimnasia de entrada en calor, mirando con expectativa si había alguna corrección de parte del Maestro, nada ocurría y termina su rutina. Humeres nos forma en fila para comenzar la práactica y de allí en más fue todo Kihon¡, por primera vez oímos su voz y su orden de ejecución de movimiento que tanto tiempo nos imagináramos, una gran alegría nos recorrió el cuerpo, ya que conocíamos todas las técnicas que pedía en idioma japonés, pues de esa forma nos obligamos nosotros practicarlas, seguramente con algún defecto, pero en general todos lo hacíamos en correcta unidad.

La práctica del Kihon duró aproximadamente una hora, pero cuando llegamos a las técnicas de keri waza (golpes con las piernas), empezamos a flaquear, en un momento Sensei empieza su despliegue, y nos muestra un yoko gueri kekomi!, wauhh¡¡¡ soberbio, recto, la lona de su pantalón suena como un shock y su talón queda suspendido en el aire a la altura de la cara de Humeres, nos mirábamos entre nosotros y la admiración ya estaba de manifiesto, ilusos que creíamos que el mejor yoko gueri lo hacía Sanabria en las prácticas, el despliegue de sus bases expandidas nos dejó sin aliento, su impacto en el giaku zuki y el kime!!! parecían rasgar su chaqueta,  estábamos ante un Maestro de verdad, hablábamos en voz baja y quedamos admirados por su condición de karateka.

Las 2 horas se nos fueron increíblemente rápido, pero altamente transpirados! Terminó, la gente presente aplaudió su clase y se sorprendieron cuando al terminar repetimos fuerte el Dojo Kun que leíamos del cuadro pintado y colgado frente a nosotros. La clase pasó a ser una exhibición, lo saludamos uno por uno, y nos retiramos. Notamos que le pide a Pedro que se quede porque le mostraría los detalles a corregirnos, aun no estábamos habituados a la verticalidad de la transmisión, intentamos quedarnos también, ávidos de absorber conocimiento, pero fue terminante, nos teníamos que ir, nuestro instructor debía corregir algunos detalles en la transmisión, los mayores lo llevarían a cenar, mi edad y mi bolsillo no permitían semejante gasto, así que solo me conformé con la espera de la práctica del Domingo a la mañana en el “Centro Español”, salón que si conocía por los bailes escolares de tarde llamados “vermouth”.

Enseguida anoté algunas cosas y palabras que Sensei Inoue pronunciaba, que no estaban en las figuras de libros editados generalmente en inglés, como Kakai ashi, Shigi Te, Todome.
   
El Domingo, allí estábamos nuevamente, luego del protocolo inicial y la entrada en calor, y repasamos detalles del día sábado, y comenzó la instrucción de Kata, alrrededor de cuarenta veces repetimos el Heian-Shodan, recién cuando se dió por satisfecho que lo habíamos entendido bien, nos explica el Heian-Nidan.

La clase siguió siendo intensa, pero lamentablemente terminó el tiempo de práctica, dejándonos en un halo de tristeza, y solo pensar en repetirlo era la solución para salir de ese estado, y así fue, una y otra vez, hasta formar la Asociación Entrerriana de Karate Shotokan.

Tomó su avión esa misma tarde-noche, dejándonos la huella a seguir para el resto de nuestras vidas…






Continuará…
Técnicas de Kizami Tsuki y Uraken. Maehamasaki Sensei e Instructor Rafael Peña
Explicación de algunos conceptos clave sobre el kata Basai Dai, a cargo de Maehamasaki Sensei, durante una práctica en Seiken Karate Dojo.
Reseña de "La curación interior"

¿Cómo hacer para evitar o anticipar las enfermedades?
¿Cómo curamos una enfermedad en curso?
¿Cómo aliviamos una enfermedad “incurable”?
¿Cómo ayudamos a todas las terapéuticas que nos aplican?

Pacientes y médicos hacen lo que pueden frente a síntomas, a menudo desconcertantes. Con frecuencia, se sienten inermes ante la enfermedad, pues desconocen el proceso que les permitiría activar los mecanismos de curación natural. ¿Cómo activar los cambios internos necesarios para lograr el equilibrio emocional y lograr, en consecuencia, la curación física? Ésa es la pregunta clave que estas páginas responden de forma metódica, accesible, sin hermetismos, códigos ni lenguaje cifrado.

El método se sostiene en pasos precisos que van de la acción a la razón y de la razón a la acción: el cómo es, capítulo tras capítulo, protagonista esencial para resolver el problema de la enfermedad en todas las instancias de nuestra vida.

Los procesos de “digestión” emocional son llaves que integran este método cuyos pasos permiten acceder a una expectativa más feliz, más sana en el sentido holístico de la palabra.

Desde todos los puntos de vista, la mejor curación es la que se realiza antes de que aparezcan las enfermedades: ésa es la premisa sustancial que fundamenta el presente volumen y que puede cambiar la vida de los lectores.
Reseña de El Liderazgo de Matsushita

Konosuke Matsushita, uno de los modelos más inspirados de todos los tiempos, se enfrentó a un período de aprendizaje que, a la edad de nueve años, exigía dieciséis horas diarias de dedicación, a todos los problemas que surgen cuando uno comienza a hacer negocios sin tener dinero ni contactos, a la Gran Depresión, al horror de la Segunda Guerra Mundial en Japón y a otras adversidades. Pero, a través de este libro fascinante e instructivo, John P. Kotter demuestra cómo, en vez de dejarse aplastar por el infortunio, Matsushita llegó a ser un empresario y dirigente de hombres de negocios, fundador de la empresa más grande de Japón: la Matsushita Electric Corporation, que factura 65 millones de dólares al año.

El liderazgo de Matsushita no es sólo una biografía. Es un conjunto de lecciones para carreras y corporaciones del siglo XXI, y es también una historia inspiradora y un manual autorizado, poderosamente significativo para las organizaciones y para aquellos que desean vivir una vida plena.
Reseña de Karate Do, Mi Camino

Karate Do, mi camino, fue el último libro de Funakoshi. Escrito un año antes de su muerte, contiene la esencia de su profundo conocimiento del Karate Do, destilada a través de una vida llena de interesantes acontecimientos. Llenan sus páginas enjundiosos relatos y anécdotas de sus ya legendarios maestros, su aprendizaje y experiencias en la práctica del “arte”, como gustaba llamarlo el maestro, así como la historia de los orígenes del mismo, su definición desde la isla de Okinawa hacia Japón y el comienzo de su expansión por el mundo, todo ello narrado con una humildad y buen humor proverbiales. Pero, tal vez, el más interesante aporte de este libro sea el acercamiento al día a día del hombre, para comprender así mejor, a través del espíritu que le animaba, el arte que sistematizó y al que puso nombre. Completan su autobiografía, sus prescripciones para la longevidad, así como sus famosas “seis reglas” para los estudiantes del Karate Do. Este libro es recomendable, no sólo a los practicantes de artes marciales, sino también a todos aquellos sinceramente interesados en el pensamiento y la cultura de Oriente.
Reseña de El Maestro de Go

Hacia 1938, el jugador de Go Shusai Honnimbo-, imbatible meijingodokoro, está próximo a morir. Es el Gran Maestro de la época, luego de él no habrá ningún otro jugador de tan alto grado. Los maestros, elegidos en el seno de familias nobles, deben integrar el torneo anual en donde compiten bajo la tutela del shogun. El tiempo de Shu-sai, el último de los Honnimbo-, estará medido por la partida con el joven maestro Otake, quien simboliza el tránsito ideal de la tradición a un mundo nuevo, diferente y aún indeterminado. Espectador de excepción de la contienda, Yasunari Kawabata asistió al interminable torneo, que duró casi medio año, con una extensa interrupción de tres meses a causa del agravamiento de Shu-sai. Derrotado definitivamente el 4 de diciembre de 1938, éste muere un año después. El Maestro de Go es la biografía ficticia de un hombre que va al encuentro de su destino con extraordinaria dignidad, una obra impar del Premio Nobel de Literatura 1968.
Reseña de ¡Ay, mis ancestros!

Vínculos transgeneracionales, secretos de familia, síndrome de aniversario, transmisión de traumatismos y práctica del genosociograma.

Anne Ancelin Schützenberger presenta en esta obra, a través de su análisis clínico y su práctica profesional de casi una veintena de años, una "terapia transgeneracional psicogenealógica contextual". En términos corrientes, esto significa que somos un eslabón en la cadena de las generaciones, y debemos a veces, curiosamente, "pagar las deudas" del pasado de nuestros ancestros. Se trata de una especie de "lealtad invisible" que nos impulsa a repetir, lo queramos o no, lo sepamos o no, situaciones agradables o acontecimientos dolorosos. Somos menos libres de lo que creemos, pero tenemos la posibilidad de reconquistar nuestra libertad y de salir del destino repetitivo de nuestra historia si comprendemos los lazos complejos que se han tejido en nuestra familia. Este libro apasionante con numerosos ejemplos se inscribe en las últimas investigaciones de la psicoterapia integrativa y pone particularmente en evidencia los lazos transgeneracionales, el síndrome de aniversario, el no-dicho secreto y su transformación en un "impensable devastador".
Reseña de Cuentos y tradiciones japoneses, Vol. IV, El Mundo del Samurai

Doctor en Historia del Arte y especialista en arte y cultura japonesa, Luis Caeiro es también narrador y articulista.
Esta tetralogia, recopilación de los relatos populares del Japón, abarca los distintos mundos naturales y sobrenatrales a los que se refieren los cuentos y las historias japonesas.
En este cuarto tomo Caeiro presenta textos relacionados con las tradiciones caballerescas y guerreras del Japón y con las artes marciales.
Reseña de Shibumi

Nicholai Hel nació en la China de la segunda guerra mundial, hijo de una aristócrata rusa convertida en prostituta de lujo y de un alemán de paso. Hel es un experto en artes marciales, naked-kill, espionaje internacional y otras áreas culturales. También es el asesino mejor pagado del mundo. Un asesino a sueldo que mantiene algunos principios como: no trabajar nunca para los USA y ayudar gratuitamente a organizaciones paramilitares que luchan contra la dictadura de Franco. Con ellos llegan a un acuerdo de colaboración a cambio de que le protejan de la CIA.La educación de Nicholai tiene una gran influencia japonesa y su secreto es su determinación de alcanzar una rara clase de pureza personal, un estado de perfección sin esfuerzo que se llama… shibumi.Vive retirado en una aislada fortaleza, en las montañas del País Vasco, junto con su espléndida concubina euroasiática. Cuando Hel se ve obligado a enfrentarse con su enemigo más siniestro y sórdido…

Autor: Trevanian, cuyo autentico nombre es Rodney William Whitaker, nació en Grandville, en el estado de Nueva York, el 12 de junio de 1931. Sirvió en la Marina durante la guerra de Corea de 1949 a 1953. Cursó un doctorado en Comunicaciones en la Northwestern University de Evanston, en Illinois. Cada vez más critico con la sociedad americana, con el tiempo Trevanian decide vivir entre el país vasco francés y el oeste de Inglaterra. Rodney Witaker murió el 14 de diciembre del 2005 en Inglaterra, a causa de varias enfermedades pulmonares.